Escrito por Carlos Eduardo Maldonado

Omar Moreno, Adriana 2, (Cortesía del autor)

La humanidad asiste a una de las mayores transformaciones que haya vivido. Se trata de un cambio colosal y en diversidad de planos, y se lleva a cabo en medio de la disputa de dos potencias por el liderazgo global, uno por conservarlo y otro por conquistarlo. Y entre ellos, jugadores de enorme prestigio, con un pasado poderoso o con un futuro lleno de promesas y ganas.

La disputa no es menor. Sin duda, de la manera como su contradicción sea dirimida depende el destino entero de la civilización occidental. Nos encontramos en un punto de decisiones, mucho mejor, de bifurcación. Nadie puede estar 100 por ciento seguro de lo que viene. Asistimos a una disputa que asume diversos capítulos, también en el dominio de la ciencia y todos sus desarrollos. Presentamos aquí algunas luces de un tema que merece un tiempo más largo de reflexión, y un espacio más amplio de observación. La ciencia y la tecnología se encuentran en el centro de la actual coyuntura, pero ellas no son ajenas a importantes temas de orden político, militar, económico y social.

Sólo, a título introductorio, cabe mencionar que asistimos a logros y avances colosales que están también ligados a proyecciones estratégicas en el campo militar. No es casual, por ejemplo, que el ejército de los Estados Unidos haya creado su división encargada del control y militarización del espacio extraterrestre, asunto en el cual, con toda seguridad, le plantará disputa China, seguramente aliada con Rusia, potencia en asuntos de cohetería.

En cualquier caso, en medio de la crisis profunda, cotidiana y estratégica producida por el covid-19 existe una profusión de noticias acerca de importantes avances en ciencia y tecnología alrededor del mundo, que son el resultado de largos años previos de preparación. Por coincidencia, durante la pandemia muchos de ellos ganaron difusión. Un motivo de optimismo.

Un breve panorama de avances en ciencia y tecnología

El primero de los planos por destacar es, por su impacto ante la sociedad, la exploración del espacio extraterrestre. Mientras que durante la Guerra Fría eran dos los jugadores, los Estados Unidos y la Unión Soviética, actualmente el abanico está abierto, y ahora los jugadores en la exploración espacial no son solo Estados Unidos y, Rusia, también cuentan China, con gran impacto, además de Japón, Israel, la India, y la Unión Europea. Desde luego que existen vínculos y colaboraciones internacionales. Pero es cierto que también, cada uno de los jugadores tiene intereses y proyectos propios.

China ya llegó a la Luna, al igual que la India e Israel. Los Emiratos Árabes Unidos lograron llegar a Marte, los E.U. han aterrizado en Marte, colocando allí varios robots –Pathfinder, Sojourner, Spirit, Curiosity y Perseverance, principalmente. China tiene anunciado un proyecto semejante para los próximos meses, y Rusia y la Unión Europea preparan misiones similares para los próximos años. Marte es el único planeta en el universo, hasta donde sabemos, habitado por robots, inteligencia artificial y vida artificial.

La cantidad de información enviada por la exploración del espacio extraterrestre es de tal magnitud que incluso con los mejores computadores actuales se tardará muchos años solamente en procesarla. No se diga en interpretarla y teorizarla. Solamente el tamaño de la información de la primera fotografía realizada a un agujero negro en 2018 es 4.5 petabytes; esto es, el equivalente a cuatro mil fotos con celular tomadas diariamente durante doscientos años. La ciencia de grandes bases de datos constituye un acervo sin el cual es imposible hacer buena ciencia de punta, hoy por hoy.

Una cosa será recibir los datos, que llegan por gigas a cada minuto, y otra muy distinta será su procesamiento. Pues bien, aún más, sobre la base del procesamiento de la información –computacional, físico, matemático, químico y biológico–, será necesaria su interpretación. En resumen, pasarán varios, muchos años, antes de que estemos en capacidad de comprender lo que estamos recibiendo de los observatorios terrestres y espaciales, de las sondas y los robots, de las naves y los rovers. La comunidad científica pareciera estar desbordada de datos; y sin embargo, las redes de cooperación, la distribución de la información, la especialización, aunada a la interdisciplinariedad prometen horizontes de optimismo. Mientras que en la superficie, el mundo y la sociedad son manejadas con noticias de desasosiego, problemas, limitaciones, escasez, crisis y catástrofe, la verdad es que en la base, por así decirlo, hay una actividad boyante de optimismo y vitalidad con base en la información. Este es un serio tema de trabajo cultural y político en el sentido amplio de la palabra.

Existe ya un plan consolidado y en marcha de terraformación en Marte. Cien personas han sido elegidas, cincuenta hombres y cincuenta mujeres, y están siendo entrenados para la misión. En un viaje, que solamente en la ida, tarda entre seis y siete meses.

“Supremacía cuántica”

En estrecha relación con lo anterior, la computación constituye un motivo serio de trabajo, investigación y avance. El tema en el que se cobija este segundo frente de trabajo se denomina genéricamente como la “supremacía cuántica”; esto es, el desarrollo del mejor computador cuántico, y subsiguientemente, de una serie de computadores cuánticos que puedan conformar un cluster o un hub de amplio espectro.

La carrera al respecto no admite dilaciones. Sólo hay dos jugadores de punta, los demás están muy retrasados. Ampliamente, el primer de ellos en tomar la delantera es China. Los E.U. van bastante más retrasados en este plano. La Unión Europea, por así decirlo, difícilmente es un jugador de la banca. En el 2019 China logró un entrelazamiento cuántico satelital, algo que ningún país ha logrado hasta el momento.

La computación cuántica implica varios planos, así: el desarrollo de ingeniería de hardware cuántica, el progreso en software con capacidades algorítmicas semejantes, la criptografía cuántica y el entrelazamiento. Todo ello es ciencia básica o fundamental. Los logros prácticos podrán ser numerosos, pero es claro que sólo los países y economías que entienden la importancia de la investigación básica pueden anticipar escenarios, posibilidades y probabilidades inimaginables. El subdesarrollo es la reducción de la investigación a aspectos urgentes y necesarios que son los que definen a la investigación tanto a la experimental como a la aplicada.

Inteligencia y vida artificial

En estrecha relación con los dos aspectos mencionados, la inteligencia y la vida artificial constituyen el tercero de los planos importantes de desarrollo en la investigación de punta. La expresión más inmediata admite varios nombres: cuarta revolución industrial, 5G, inteligencia artificial.
Este es el terreno en el que la confrontación entre E.U, y China es más aguda. Manifiestamente, China ha tomado una ventaja considerable. Pero E.U. no quiere quedarse atrás. Mientras E.U. avanza fuertemente con los robots (rovers) en Marte, China domina ampliamente el trabajo en la Tierra. Pero se trata de un juego de toma-y-daca.

A propósito de la inteligencia y la vida artificial, hay que decir que la mayoría de la comunidad científica y académica es altamente conservadora al respecto. Existen muchos recelos acerca de la inteligencia artificial, todos centrados, abierta o tácitamente, en la fuerte tradición antropocéntrica de la civilización occidental. El temor puede concentrarse en una frase: “las máquinas desplazarán a los seres humanos”. Una duda sin mucho fundamento.

Una nota puntual se impone en este punto. La carrera en torno a la inteligencia y la vida artificial es un asunto militar, de prestigio nacional y con numerosas consecuencias en muchos frentes. El tema es tan candente, que las preocupaciones sobre la ética de la inteligencia artificial son consideradas, en los E.U. como un asunto peligroso. La ética: ¿peligrosa?

Con semanas de diferencia, dos investigadoras de Google fueron despedidas por sus análisis en torno a la ética de la inteligencia artificial: Tomnit Gebru y Margaret Mitchell (1). Google, que ha sido declarado por el Departamento de Estado de los E.U. como de interés estratégico nacional, no quiere saber nada de ética y precaución. La ciencia, dicho en blanco y negro, es un asunto de guerra. Mientras tanto, el mundo entero observa, se entera, reflexiona y toma decisiones.

Los colisionadores de partículas

Un cuarto aspecto fundamental de la investigación de punta tiene que ver con el estudio de la materia; y con ella, numerosas otras aristas entre las cuales sobresale la posibilidad de indicar exactamente el origen del universo y, verosímilmente, su destino final. El tema se concentra alrededor de los colisionadores de partículas.

El más importante y famoso es el Cern, en Europa, en el que participan científicos de más de cien países, entre ellos, colombianos. El gran colisionador de hadrones (LHC, por sus siglas en inglés) es un fantástico microscopio, en actualización de tiempo en tiempo, uno de cuyos logros más populares fue la identificación de la partícula de Higgs y el campo de Higgs. En el futuro inmediato, un logro fundamental será la modificación sustancial del Modelo Estándar desarrollado en los años 1960-1970, y que es el modelo vigente de explicación sobre la estructura y la naturaleza de la materia.

El siguiente dato es impresionante: en la actualidad existen cerca de 30.000 aceleradores de partículas alrededor del mundo. El capítulo en el que trabajan es la física de altas energías y su problema de base consiste en desentrañar la naturaleza de la materia. Hasta el momento se sabe positivamente que el 4 por ciento de la materia es bariónica, de la cual 99 por ciento está constituida por quarks; el 96 por ciento restante está constituida por energía y materia oscura. La conclusión provisional no admite dilaciones: el universo es material, pero no sabemos exactamente qué sea la materia.

Los aceleradores de partículas trabajan en torno a la fisión y a la fusión nuclear. Sin una comprensión exacta de lo que es la materia no podremos conocer definitivamente ni el origen, ni la evolución ni el destino final del universo; y con él, de la vida misma.

Numerosos otros campos existen, pero estos cuatro, fundamentales, son desconocidos en general por la sociedad. Existe un abismo entre la ciencia de punta y la base de la sociedad. Diferentes ejemplos históricos ponen de manifiesto que cuando un abismo semejante es insalvable, las sociedades, las economías y los sistemas políticos terminan colapsando. Contra todas las apariencias, la vida cotidiana se permea también de la información sobre la investigación básica.

Una observación puntual: todos estos planes y programas son altamente costosos. La investigación básica es onerosa; pero sus frutos son siempre aún más amplios y profundos que las inversiones iniciales. La lección no admite dilaciones: sólo quien piensa, trabaja e invierte a largo plazo puede anticipar las opciones de acción, de decisión y ulteriormente de vida. El inmediatismo termina por seleccionar a los sectores del conocimiento, de la economía y de la sociedad; que es la manera amable para decir que termina matándolos; literalmente.

El estado de la cuestión en tecnología

No existe, hoy por hoy, ninguna distancia entre ciencia y tecnología. Precisamente por ello se ha acuñado el concepto de “tecnociencia” para indicar que los progresos en un campo son concomitantes con los avances en el otro.

Antes de señalar algunos de los más importantes avances hay que decir que la sociedad en general es recelosa frente a los avances de la tecnología. Hay una franca polarización al respecto alrededor del mundo. Los temores frente a la tecnología son simplemente ideológicos.

El más evidente y rápido de los avances tiene que ver con la digitalización de la sociedad y la consecuente protección de los datos. Es exactamente en este espectro donde resalta la importancia estratégica (“asuntos de interés nacional”) de las principales compañías estadounidenses: Google, Microsoft, Amazon, Apple y Facebook. Sin embargo, otras compañías merecen ser mencionadas, tales como Cisco, Oracle, Intel y Walt Disney.

El habeas data es, sin la menor duda, el más importante de los temas políticos, en toda la línea de la palabra alrededor del mundo. Los movimientos sociales alternativos saben al respecto y trabajan en numerosos campos en la dirección que apunta a la protección de los datos privados y personales. Mientras tanto, las aplicaciones proliferan, las redes sociales aumentan, las interacciones digitales adquieren ritmos exponenciales. El covid-19 ha contribuido a esta dinámica. En una palabra, la industria de los datos es, de lejos, la nueva vanguardia tecnológica.

Pues bien, la tecnología 5G, que consiste sencillamente en la interacción continua de los sistemas digitales en casa, en la calle, en las escuelas y universidades, en las empresas y en el nivel gubernamental y el sector privado, constituye la expresión más avanzada de los trabajos en tecnología en general. Justamente en este sentido, en el 2016 nace la cuarta revolución industrial. El otro nombre que recibe este plano es internet de todas las cosas (IoT, por sus siglas en inglés).

Sin ambages, el tema es: internet puede ser controlada, o no. Sólidos argumentos y prácticas surgen en China, Rusia, Irán, la Unión Europea, E.U., Israel y en numerosos países, con sus sistemas nacionales de seguridad y defensa. A la fecha, el tema permanece abierto.

La inteligencia artificial y el aprendizaje de máquina son la punta de todos los intereses tecnológicos. Los humanos híbridos –prótesis, implantes, etcétera, son una arista sensible en este contexto. La realidad aumentada o realidad virtual desempeña un papel creciente, al mismo tiempo que la robótica en general.

Las universidades ya implementan numerosos sistemas de robótica y laboratorios de toda índole para sus estudiantes y profesores y numerosos colegios familiarizan a sus estudiantes con estas tecnologías, incluso con avances que superan a la mayoría de los hogares. Sí, naturalmente: colegios privados, principalmente, en el mundo. Un tema sensible de inequidad aparece entonces ante la mirada.

La vida cotidiana, en toda la línea de la palabra está siendo transformada. Los avances son tan impresionantes que existen robots que aprenden por sí mismos, sin necesidad de programadores o ingenieros. Los avances son magníficamente acelerados. El blockchain –la cadena de bloques–, entró definitivamente en el sistema financiero, modificando el comercio, todas las relaciones y transacciones económicas y eliminando todos los intermediarios. Para decirlo de manera elemental, la economía se digitaliza. No en vano las criptomonedas tienden a adquirir importancia. Exactamente en este marco aparece, principalmente por presión de Rusia y China, la desdolarización de la economía mundial, la que sin la menor duda será una estacada mortal para el poderío de los E. U.

¿Y América Latina?

Hubo una época cuando algunos países de América Latina entendieron la importancia de la investigación básica. Argentina logró –a pesar de todas las críticas que puedan hacerse a Perón– un sistema consolidado que quiso ser promisorio. México fue siempre la vanguardia en el continente. Brasil trató de descollar como miembro de los países Bric, hasta cuando se fraguó una crisis estratégicamente elaborada que echó por borda el proyecto, arrastrando consigo a Lula y a Dilma. Colombia tuvo alguna vez un instituto de asuntos nucleares, por ejemplo.

La crisis del covid-19 puso de manifiesto que ningún país de América Latina estaba en condiciones de desarrollar su propia vacuna. Con la excepción de Cuba. La verdad es que la investigación en América Latina, grosso modo, ha quedado relegada a la investigación experimental y aplicada. Este es el resultado de las presiones internacionales de organismos multilaterales tanto como de grandes corporaciones. En pocas palabras, América Latina se encuentra a la zaga en el plano de ciencia y tecnología. Cuba ocupa un lugar propio por sus fortalezas en medicina y biotecnología; y algo menos en la producción de software, un tema sensible que se maneja con la mayor cautela debido al bloqueo de los E.U.

El panorama podría ser pesimista. Sin embargo, una reflexión importante se impone.

El modelo de producción en ciencia y tecnología no es diferente al del modo de producción del neoliberalismo: eficiencia, eficacia, productividad y desarrollo. En una palabra, es lo que se denomina propiamente como fast science y que se expresa exactamente como la producción de papers con todas las características conocidas. Frente a estas políticas crecientemente se implementa alrededor del mundo un movimiento de slow science (2).

En Latinoamérica en general existe un pujante movimiento social alternativo en varios planos: educación, derecho, economía, agricultura, alimentación, comercio, por ejemplo. Se trata de movimientos que saben de ciencia y tecnología, pero toman distancia con respecto a una ciencia y tecnología con fines productivistas y de desarrollo. En varios países, estos movimientos tienen un apoyo institucional, y existen iniciativas tanto privadas como públicas y mixtas en esta dirección.

Digámoslo sin ambages con una expresión popular: hay vida después de la ciencia y la tecnología sabiendo que ellas son solamente medios y no fines en sí mismos. El fin es la vida en general, incluyendo a la ida humana, y el cuidado del medioambiente y la naturaleza. En esta dirección hay reservas y esperanzas en medio de un panorama crítico.

América Latina sabe de ciencia para la sociedad y no necesaria y directamente ciencia para la economía. Este es otro tema que permanece abierto, a la fecha.

1. https://www.wired.com/story/second-ai-researcher-says-fired-google/.
2. Cfr. I. Stengers, Otra ciencia es posible, Barcelona, Nuevos Emprendimientos, 2019.

*Integrante del Consejo de redacción de Le Monde diplomatique, edición Colombia.

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