Frente a la indignación general, el gobierno de Manuel Valls se vió obligado a dar marcha atrás a su intentó de prohibir una manifestación sindical en Francia, algo nunca antes visto. Este giro autoritario se debe mucho al clima social de guerra que difunden los principales medios del país. Sometidos a la férula de sus propietarios, la prensa olvida su papel de defensor de las libertades políticas.