Acusar al gobierno de Netanyahu no basta para entender la catástrofe actual en Medio Oriente. También hay que considerar la debilidad de su oposición y la impotencia de aquello que se llama la “izquierda”: democrática, liberal, buena. En su país y más allá, no hay figura que encarne mejor ese humanismo israelí que el escritor David Grossman.
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