Ante un presente sin oportunidades y un futuro sin brillo

“En Colombia ya no tenía que hacer, estudié la básica y después lo intenté todo, lo legal y lo ilegal, desde el trabajo en casas, en su limpieza, la atención en cafeterías, hasta de mechera, sustrayendo ropa de los almacenes. Como estaba dispuesta a lo que fuera para no terminar en la calle con mis hijos, decidí tomar la ruta hacia Estados Unidos. Unos conocidos que viven allí organizaron mi viaje y el de mi hija, vía México. Me endeudé con ellos y partí. Al hijo lo deje al cuidado de la abuela. Tenaz el viaje y difícil la estadía en México y unas semanas después el paso de la frontera. Al final, trabajando igual que en Bogotá: aseando casas. Y el resto del tiempo oculta, sin salir mucho, para evitar ser detenida. Una experiencia áspera, pero era lo único que me quedaba, y lo único que me ha permitido ahorrar algo para enviarlo para el cuidado de mi hijo. Algo quedará también a la cucha”.

Ella es Lucía, madre soltera de 43 años, con dos hijos que ya han salido de la pubertad y enfrentan la juventud, con todas las crisis que atraviesan quienes están en esa edad. La decisión de viajar con su hija, estuvo determinada por la realidad que ella misma vivió años atrás: impedir un embarazo en edad temprana. El hombre verá cómo afronta la soledad, “al fin y el cabo no quedan embarazados”, comenta, sin esconder una cierta ironía en sus labios.

La de ella puede ser la experiencia, igual o similar, vivida por miles de mujeres en Colombia –que también experimentan los hombres, aunque con matices no desdeñables– así como en América Latina y el Caribe, país y región que padecen desde décadas atrás procesos ininterrumpidos de migración, estimulados por la injusticia, el desempleo, las altas tasas de abandono escolar, los hogares desechos, la violencia hogareña, callejera y también la del Estado. “En mi país no hay futuro –dice Lucía– lo único que uno puede hacer es irse”.

Los procesos migratorios en ALC son un desangre constante de fuerza de trabajo joven y capacitada, en plena edad productiva, un derroche del bono demográfico que gozan todos sus países, de lo cual se beneficia, después de la inversión pública y familiar en educación que realizaron en cada uno de sus países, así no lo reconozcan, aquellos que son receptores de esa gran masa de mano de obra barata, y dispuesta a todo, sí, sin importar qué, para no dejarse hundir en un presente sin oportunidades y un futuro sin brillo.

En esta constante de luchar a brazo partido por no dejarse arrollar por lo que no quieren ser y por lo que desean tener, en años recientes, en particular Colombia, realza como la segunda nación con la mayor cantidad de emigrantes, detrás de Venezuela. Considerando únicamente el período 2020-2024, alrededor de 1,7 millones de connacionales abandonaron el país, para no volver, en busca de mayores oportunidades, mejor nivel de vida y seguridad económica, social y política.

Según estimaciones oficiales, aproximadamente 5 millones de colombianos viven fuera del país (cerca de 10% de la población total); 45 por ciento de ellos  están en Estados Unidos y otro 25 en España.

En su decisión de romper con la cruz a cuesta con que llegaron a este mundo, trabajan día y noche, y así logran sostener a su familia, ahorrar para comprar vivienda, financiar el estudio de alguno de los hermanos o hijos y, aunque no lo sepan y tal vez ni les interese, contribuir positivamente a la evolución de los ingresos corrientes de la balanza de pago de su país de origen (casi siempre deficitaria).

Esos millones de seres, trabajando de sol a sol, casi siempre con dos empleos simultáneos, producen y giran. En 2024 las remesas alcanzan un máximo histórico: cerca de 12 mil millones de dólares; esto es, 3,0 por ciento del PIB, mientras que hace una década apenas representaban el 1,1. De acuerdo con el Banco de la República, las remesas también se consolidan como la segunda fuente de ingresos de dólares al país, por debajo de los US$15.600 millones que representa el petróleo y por encima de los US$9.200 que significa el carbón. Según el Emisor, también se ha registrado un incremento en el número de personas que están recibiendo estas ayudas en Colombia: de algo menos de un millón en 2016, esta cifra ascendió a 2,2 millones de colombianos en 2024; las remesas aportan el 3,9 por ciento del ingreso disponible y el 4,2 del consumo de los hogares. Es pertinente preguntar: ¿Cómo impactan las migraciones de trabajadores y el flujo de remesas en el desarrollo socioeconómico?

Migraciones en Colombia y ALC

Esta parte del mundo es probablemente una de las que muestra mayores índices de movilidad en las últimas décadas hacia los países más desarrollados, y como parte de ella Colombia es considerado uno de los países de mayor migración dentro de la región. Según cifras de las Naciones Unidas, la migración colombiana hacia el exterior representó cerca del 1,4 por ciento de la migración mundial (la población de éste país suramericano equivale a 0,7% del total global).

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2020 había en el mundo alrededor de 281 millones de personas migrantes, lo que representaba un 3.6 por ciento  de la población mundial. El total estimado de 281 millones de personas que vivían en un país distinto de su país natal en 2020 es superior en 128 millones a la cifra de 1990 y triplica con creces la de 1970. ALC, con solo 8 por ciento de la población global, registra un total migrante de 43 millones de personas, lo que representa alrededor de un 15 por ciento del total de migrantes a nivel mundial.

El promedio, la tasa de migración neta por 1.000 habitantes, durante el período 1950-2024, se sitúa en -1,1 para Colombia y -1,5 para el conjunto de países de ALC. Este indicador es la razón entre el saldo neto migratorio anual correspondiente a un período determinado y la población media del mismo período. Se calcula como el cociente entre el saldo neto migratorio (diferencia media anual entre los inmigrantes y los emigrantes de una población) correspondiente a un período determinado en el numerador y la población media del mismo período en el denominador; el resultado se multiplica por 1.000 habitantes (Gráfico 1 y tabla 1).

El coeficiente de variación (% desviación estándar/media) es 8,7 veces más alto en Colombia respecto al valor de ALC: -247,0 y 28,3 respectivamente. Con una dispersión de los datos mayor en Colombia, el rango de variación de la tasa de migración es de 14,5 puntos en el país frente a 1,8 en ALC. El valor histórico más bajo es de -4,3 en Colombia (año 1958, durante el período llamado la Gran Violencia) y de -2,3 en ALC (año 1981, caracterizado por la crisis de la deuda externa y la depresión económica); el registro histórico más alto es de 10,1 en Colombia (año 2018) y de -0,5 en ALC (año 1950). 

Como es reconocido, Colombia se caracteriza por ser un país de emigrantes y de poca acogida de extranjeros; sin embargo a partir de 2018 la tendencia histórica cambió con la llegada masiva de población venezolana (el 80% con la intención de quedarse trabajando y viviendo): en 2018 ingresaron 764.107 venezolanos, en los años siguientes disminuye su flujo: en 2023 ingresaron 468.323 (este mismo año salieron 443.621) y en 2024 la cifra desciende a  430.223 (salieron 429.876); en total, se estima que en la actualidad residen en Colombia de manera permanente un poco más  de 2,9 millones de venezolanos.

En paralelo, la emigración internacional de connacionales viene en aumento desde 1970 tendiendo a acelerarse durante el siglo XXI (Gráfico 2).

En el quinquenio 1970-1974 el número de emigrantes colombianos fue de 180.000, esto es, un promedio anual de 1,7 por cada 1.000 habitantes (su población total sumaba 21,5 millones); en el lustro 2020-2024 el flujo de emigrantes suma 1,7 millones, la tasa por cada 1.000 habitantes es 8,0 (la población total de Colombia suma 52,4 millones), equivalente a 4,8 veces superior al registro de principios de la década de 1970.  Durante el lapso 1970 a 2024 la corriente migratoria de connacionales hacia el exterior registra un acumulado de 8,3 millones de personas. (Ver recuadro: Ritmo y características).

Ingresos externos por remesas de trabajadores

En ALC, durante los últimos años, las remesas mantienen su importancia creciente para las economías receptoras de estos flujos. De esta manera, a nivel regional la relación entre el PIB y las remesas alcanzó a 2,5 por ciento. Aunque a nivel macroeconómico las remesas parecen tener menor importancia, al compararlas con los PIB respectivos, estos flujos benefician a millones de familias de recursos bajos, sin los cuales caerían a niveles de pobreza o indigencia aún más dramáticos.

Los flujos de estos dineros que reciben los países de ALC crecen a tasas que rondan el 10 por ciento anual,  pasando de tener un valor de 22 mil millones de dólares en 2001 a 160,1 mil millones de dólares en 2024, esto es, se multiplicaron por 7,3 veces durante estos 24 años. El crecimiento de las remesas se concentra principalmente en los países de Centroamérica, seguido del crecimiento del dinero que recibe México y, en tercer lugar Suramérica (sobre todo Argentina y Paraguay).

La cantidad de dinero enviado hacia Colombia por quienes migraron aumentaron 5,8 veces durante el período 2001-2024, esto es, de dos mil millones de dólares escalaron a 11,8 mil millones. La participación del valor de las remesas que recibe el país respecto al total que recibe ALC decrece de 9,2 por ciento en 2001 a 7,4 en 2024, perdiendo 1,8 puntos porcentuales de participación durante el período de análisis (Gráfico 3).

En esta dinámica de trabajo y remesas, la relación entre las que envían hacia el exterior los extranjeros que laboran en Colombia es significativamente inferior y decreciente a la cifra de los ingresos externos proveniente de los trabajadores colombianos emigrantes: en 1994 la relación era de 14,9 por ciento y en 2024 cae a 3,4 (Gráfico 4). Este resultado es paradójico teniendo en cuenta la importancia creciente de las multinacionales con filiales en Colombia; en efecto, las 50 unidades productivas más importantes en el país tienen ingresos operacionales equivalentes al 36,7 por ciento del PIB, emplean a 294.659 personas, esto es, el 1,3 por ciento del total de la fuerza laboral ocupada; y el 58 por ciento de las 50 sociedades más grandes pertenecen a transnacionales; en consecuencia, es razonable deducir que con el tiempo las transnacionales tienden a contratar relativamente más fuerza de trabajo nacional. Además, la creciente corriente migratoria de trabajadores venezolanos hacia Colombia está acompañada de una magnitud semejante de egresos externos por transferencias Colombia-Venezuela, aunque de bajos montos individuales (Ver, recuadro: Remesas, y algo más).

Impacto socioeconómico de las migraciones y las remesas externas de trabajadores

Muchos aducen que las remesas ayudan a las economías de dos maneras. Primero, dado que estos dineros son transferencias de una persona a otra motivada por lazos familiares, y son recursos que ayudan a los familiares receptores a solventar sus gastos. Pero, además, pueden impulsar el crecimiento económico financiando inversión en capital humano o físico, o en nuevas empresas o emprendimientos. Los economistas han procurado medir ambos efectos. Muchos estudios confirman que las remesas son esenciales en la lucha contra la pobreza, ya que arrancan a millones de familias de situaciones de privaciones o de mera subsistencia. Sin embargo, los análisis económicos no logran concluir que las remesas contribuyan considerablemente al desarrollo socioeconómico sostenible de un país. Las investigaciones que analizan en detalle el nexo entre remesas y crecimiento parecen indicar, cada vez más, que las remesas cambian las economías de tal modo que cae el crecimiento y aumenta la dependencia de estos fondos del extranjero. En otras palabras, cada vez más datos señalan la presencia de una trampa de las remesas que causa que las economías se estanquen en una situación de menor crecimiento, mayor emigración y más dependencia externa.

De manera intuitiva, existe la creencia generalizada que las remesas ayudan a las familias a consumir más. El gasto de consumo es un factor de crecimiento económico a corto plazo, que a su vez puede generar mayor crecimiento a largo plazo a medida que el sistema económico se expande para satisfacer una mayor demanda. Debido a la ilusión que provocan estos posibles beneficios, no sorprende que muchos gobiernos alienten activamente a sus ciudadanos a emigrar y enviar dinero del extranjero.

El estudio global del FMI y la OIT titulado “¿Son una trampa las remesas?” (Ralph Chami, Ekkehard Ernst, Connel Fullenkamp y Anne Oeking; Finanzas & Desarrollo, septiembre de 2028) sobre el impacto socioeconómico de las remesas externas de trabajadores, coloca en evidencia que ninguno de los 10 países en el mundo con las mayores entradas de remesas en relación con su PIB (como Honduras, Jamaica, la República Kirguisa, Nepal y Tonga) tiene un crecimiento del PIB per cápita superior al de otros países similares de la misma región. Y en la mayoría de estos países, las tasas de crecimiento están muy por debajo de las de sus vecinos. Las remesas pueden incluso agravar algunos de los otros problemas que restringen el crecimiento y el desarrollo sostenible y soberano.

Las remesas se gastan principalmente en consumo corriente de los hogares, y la demanda de todos los productos (transables o no) de una economía aumenta a medida que las remesas crecen. Esto ejerce una presión al alza sobre los precios. La avalancha de divisas, junto con mayores precios, hace que las exportaciones sean menos competitivas, lo que da origen a una caída en la producción. Hay quienes denominan esto el mal holandés. A medida que aumentan las remesas, los trabajadores dejan la fuerza laboral, y el consiguiente incremento en los salarios ejerce más presión al alza sobre los precios, lo que reduce más la competitividad de las exportaciones.

Adicionalmente, cuando el mercado laboral se estrecha, los salarios reales tienden a subir con respecto a la productividad (es decir, los costos laborales unitarios reales aumentan) de modo que la rentabilidad disminuye en relación con su tendencia. El declive de la rentabilidad desacelera el crecimiento y por ende la demanda de mano de obra. De este modo se genera un círculo vicioso de desempleo, crecimiento en el flujo de trabajadores hacia el exterior, aumento de los costos laborales unitarios internos por escasez de trabajadores cualificados, caída en los beneficios de la economía, menor inversión y mayor aumento del desempleo.

Esta reorientación en el mercado laboral alienta a los trabajadores más calificados a emigrar en busca de puestos mejor remunerados. Entretanto, el costo de vida sube para la mayoría de las familias junto con los precios internos, y la pérdida de competitividad implica que es necesario importar más productos, lo que perjudica el crecimiento económico y la balanza comercial externa. A su vez, esto incrementa el incentivo a emigrar para enviar dinero a los familiares en el país de origen y ayudarlos a sobrellevar la carga del mayor costo de vida. Peor aún, a menudo las remesas se gastan en bienes raíces, lo que incrementa los precios de la vivienda y, en ciertos casos, alimenta burbujas inmobiliarias. Esto multiplica los motivos para emigrar a jóvenes que desean ganar lo suficiente para comprar una vivienda. El resultado es un círculo vicioso adicional de emigración, estancamiento económico, aumento del costo de vida y más emigración.

De manera adicional, una gran entrada de remesas permite a los gobiernos ser menos sensibles a las necesidades de la sociedad. El razonamiento es simple: las familias que reciben remesas están más protegidas de los shocks económicos y menos motivadas a exigir cambios por parte del gobierno; a su vez, los gobiernos se sienten menos obligados a rendir cuentas ante la ciudadanía y garantizar la sostenibilidad de las políticas sociales.

El estudio del FMI-OIT sobre el impacto de las remesas concluye que la falta de datos claros que vinculen las remesas con un mayor crecimiento económico –y la ausencia de ejemplos de países que hayan crecido con base en las remesas– parecen indicar que, en realidad, las remesas obstaculizan el crecimiento económico, la soberanía y sostenibilidad del desarrollo social.

Crecimiento económico, pobreza, desempleo y desigualdad

¿Qué impacto tienen la migración y las remesas en el crecimiento económico, la pobreza, la distribución del ingreso y el desempleo en el país y ALC?  (Ver gráficos 5-7 y tablas 2-3).

De acuerdo con el análisis presentado en la publicación de la Cepal “Panorama Social de América Latina y el Caribe 2024: Desafíos de la protección social no contributiva para avanzar hacia el desarrollo social inclusivo”, el patrón de desarrollo de América Latina y el Caribe tiene numerosas características comunes en materia de desequilibrios económicos, sociales y ambientales, que se manifiestan en tres trampas del desarrollo: i) una baja capacidad para crecer, ii) una elevada desigualdad con baja movilidad y débil cohesión sociales, y iii) una baja capacidad institucional y de gobernanza poco efectiva para abordar los desafíos del desarrollo.  Estas tres trampas y los círculos viciosos que las alimentan permiten afirmar, según la Cepal, que los países de la región se encuentran atrapados en una crisis de desarrollo.

La información sobre la primera trampa que presenta la publicación de la Cepal es elocuente: entre 2015 y 2024, la tasa anual de crecimiento de América Latina y el Caribe promedió solo un 0,9 por ciento, menos de la mitad del 2, por ciento al que la región creció en la década perdida de los años 1980. En cuanto a la segunda trampa, la alta desigualdad que caracteriza a la región responde a varios factores: una matriz productiva heterogénea y que se transforma lentamente, sistemas educativos y de formación profesional débiles, con altas tasas de abandono y magros resultados de aprendizajes, sistemas fiscales regresivos, y sistemas de protección social con debilidades y brechas.  La tercera trampa, baja capacidad institucional y débil gobernanza, se traduce en políticas e instituciones públicas con bajas capacidades para gestionar las transformaciones necesarias y para enfrentar la alta corrupción y la burocracia improductiva.

Esta crisis del desarrollo, agrega la Cepal, interactúa con un conjunto de nudos críticos para el logro del desarrollo social inclusivo y sostenible en la región. Estos incluyen la persistencia de la pobreza y de la vulnerabilidad a la pobreza; las desigualdades estructurales, injustas e ineficientes; las brechas en el desarrollo de capacidades humanas (educación, salud y nutrición) y de acceso a los servicios básicos; los déficits de trabajo decente y las incertidumbres asociadas con los cambios tecnológicos en el mundo del trabajo; un acceso aún parcial y desigual a la protección social; una institucionalidad social en construcción, y un nivel de inversión social insuficiente. A estas problemáticas se han añadido nudos emergentes que corresponden a los distintos tipos de violencia, la transición demográfica y las tendencias migratorias de fuerza de trabajo en plena edad productiva, los cambios en el mundo del trabajo, la transformación tecnológica, las transformaciones epidemiológicas y nutricionales, y el cambio climático y los desastres.

Se trata, según la Cepal,  de una estructura de riesgos sociales que se encuentra en un proceso de reconfiguración, que se superpone a un conjunto de riesgos estructurales a lo largo del ciclo de vida y aumenta la vulnerabilidad de la población a caer en la pobreza y permanecer en ella, así como a experimentar la vulneración de sus derechos sociales, económicos, culturales y ambientales. Una realidad, que de materializarse con todo su peso, propiciará más migración, prolongando la realidad aquí abordada. Otras muchas Lucias, como Jaime, Alberto, Andrés, Patricia, Laura…, no tendrán más opción que salir del país y radicarse en otro, que en los primeros años les será extraño pero terminará por ser el suyo y el de su descendencia, por adopción.

Correlación emigración-remesas e indicadores socioeconómicos

La correlación múltiple analiza la relación existente entre una serie de variables predictoras y una variable criterio. A continuación se estudia el grado de correlación (r) entre la evolución de las emigraciones internacionales y las remesas de los trabajadores y el desarrollo socioeconómico en Colombia y ALC. El análisis de correlación es un método estadístico que se utiliza para descubrir si existe una relación entre dos variables/conjuntos de datos y qué tan fuerte puede ser esa relación. Los valores de r positivos indican una correlación positiva, en la que los valores de ambas variables tienden a incrementarse juntos. Los valores de r negativos indican una correlación negativa, en la que los valores de una variable tienden a incrementarse mientras que los valores de la otra variable descienden.

La relación entre la evolución de las remesas y el crecimiento económico es negativo e insignificante (gráfico 5); el registro histórico 2001-2024 muestra un valor r de -0,092 para el caso colombiano y de -0,031 en el promedio del conjunto de países de ALC. Adicionalmente, reforzando esté fenómeno socioeconómico negativo, las corrientes migratorias internacionales de los trabajadores están asociadas con caídas en la dinámica del PIB en Colombia (-0,255) y ALC (-0,162).

Como es lógico esperar, la evolución de las remesas está asociada positiva y significativamente con la emigración internacional. El grado de asociación entre remesas y flujo migratorio es de 0,573 para Colombia y de 0,919 para ALC.

El impacto socioeconómico de las migraciones y las remesas externas de trabajadores hacia Colombia y ALC es significativo en relación con la caída en los índices de pobreza, indigencia (Gráfico 6) y desempleo (Gráfico 7), tanto en Colombia como en ALC. No obstante, de una parte, las remesas financian temporalmente el consumo corriente de los hogares pobres y vulnerables, por tanto no está asegurada su sostenibilidad en el mediano y largo plazo; de otra, si bien la emigración internacional de trabajadores resta presión a los mercados de trabajo internos en el corto o mediano plazo, también eleva los salarios reales y genera caída en las rentabilidades y en la demanda de trabajadores en el largo plazo.

Finalmente, el crecimiento económico en Colombia y ALC está altamente correlacionado con la concentración del ingreso y la centralización del capital (Gráfico 7). El grado general de desigualdad, tal como lo mide el coeficiente Gini, depende principalmente de la relación del ingreso proveniente de la propiedad respecto al ingreso laboral. De acuerdo con Piketty, según lo afirma en su libro “El capital en el siglo XXI”, el capitalismo tiene una tendencia a incrementar la desigualdad, porque la tasa de ganancia tiende a ser mayor que la tasa de crecimiento (r>g), de modo que quienes viven del ingreso proveniente de la riqueza y las ganancias del capital pueden acumular más rápido que quienes viven de salarios y sueldos. Además, la mayor concentración del ingreso y la riqueza está significativamente asociado con mayores niveles de pobreza e indigencia según los registros históricos.

Sin embargo, la evolución de las corrientes migratorias de trabajadores y los flujos de remesas de sus ingresos laborales hacia sus países de origen tienden a estar asociados con la reducción del grado de desigualdad. Esta correlación es menos significativa en el caso colombiano respecto a la evidencia empírica de ALC: Colombia: Remesas/Gini=-0,272; Migraciones/Gini=-0,562; ALC: Remesas/Gini=-0,409; Migraciones/Gini=-0,910.

De esta manera, la realidad migración-remesas es más compleja y con mayores implicaciones que las creencias populares y oficiales, según lo visto y supuesto hasta ahora de manera superficial. Una realidad que implica que los millones de migrantes potenciales con que cuentan Colombia y el resto de países de ALC, deben ver que en su terruño sí hay futuro, lo cual cruza por la necesidad de un giro sustancial en el modelo económico, social y político que hasta ahora han conocido, y padecido. El giro es que pasen a gozarlo como ciudadanos plenos  y participar democráticamente en su desarrollo, y así no tener que optar por la decisión tomada por Lucía.


Ritmo y características

Durante estas décadas, el flujo migratorio registra las siguientes características*: i) el rápido crecimiento de la migración colombiana está caracterizado por la heterogeneidad de sus orígenes regionales y extracción social, y por la pluralidad de itinerarios y destinos de los últimos años; ii) Colombia presenta una tendencia migratoria creciente que tiene sus orígenes en la década de los sesenta, migración que coincide con el fin de la violencia bipartidista de los años 1950; iii) En la década de 1970, esta migración tuvo como principal destino la República Bolivariana de Venezuela, como consecuencia de la bonanza petrolera y la creciente demanda de mano de obra en aquel país. Para esta misma época, la migración hacia Estados Unidos de América y Europa se caracterizó por tratarse de una migración de élites socio-económicas y de refugiados políticos; iv) para finales de la década de 1970 los principales destinos de colombianos fueron la República Bolivariana de Venezuela, Estados Unidos, Ecuador y Panamá, llegando a vivir allí el 95 por ciento de quienes habían dejado el país; v) La segunda oleada significativa de migración nacional se presentó a mediados de la década de los años 1980, y está relacionada, de una parte, con el auge económico de la República Bolivariana de Venezuela y, de otra, con factores estructurales por las consecuencias de la crisis de la deuda y la depresión económica que afectó a los países de América Latina; vi) A partir de la segunda mitad de la década de los noventa, se experimentó una aceleración en los flujos migratorios de connacionales, la cual se atribuyó principalmente a la crisis económica de fin de siglo, el riesgo de Estado fallido y la creciente violencia; vii) la conjugación de las condiciones socioeconómicas en el país y las restricciones legales a la inmigración en Estados Unidos, empujaron la diversificación de la geografía migratoria colombiana; el cierre de fronteras estadounidenses en los noventa propició la apertura de distintas alternativas como Canadá, España, Inglaterra, Italia, Francia, Australia, Alemania, México, Costa Rica, Argentina, Chile, Brasil, Ecuador y República Dominicana (simultáneamente, se registró un crecimiento de la migración, particularmente femenina, a países asiáticos como Japón); viii) durante las primeras décadas del siglo XXI, el número de emigrantes de ALC sigue en aumento debido a la falta de oportunidades de empleo digno en sus países; la demanda de mano de obra en aumento en los países desarrollados también ha sido un factor clave de la migración; los temas de violencia, pobreza, exclusión y concentración del ingreso surgen como los fenómenos más complejos en la historia de ALC que generan el desplazamiento forzoso de la población y motiva a tomar la decisión a emigrar en búsqueda de nuevos horizontes de vida.

* Ver: https://www.iom.int/sites/g/files/tmzbdl486/files/migrated_files/pbn/docs/Perfil-Migratorio-de-Colombia-2012.pdf, consultado 18 de noviembre de 2024; https://es.wikipedia.org/wiki/Emigraci%C3%B3n_colombiana, consultado 18 de noviembre 2024.


Remesas, y algo más

En relación con las remesas que recibe el país, diferentes estudios muestran los siguientes resultados: i) los flujos de remesas son antecedidos por fases migratorias en las cuales el migrante mantiene un vínculo con su país de origen; en el caso colombiano, la migración internacional adquirió mayor relevancia en el tiempo y dejó de ser un episodio temporal para convertirse en un fenómeno continuo o estructural; ii) de acuerdo con un informe del Banco de la República*, las remesas han aumentado en los últimos años a tasas superiores al crecimiento de la actividad económica, lo que ha llevado a que su proporción con respecto al producto interno bruto (PIB) alcance un máximo histórico de 3,0 por ciento en 2024, cuando hace una década apenas representaban el 1,1 por ciento del PIB; iii) el crecimiento de las remesas las ha convertido en un apoyo importante para las familias al alcanzar en 2023 el 3,9 por ciento del ingreso disponible y el 4,2 del consumo de los hogares; esta ayuda cobra especial importancia porque se trata de un ingreso que no está sujeto a los vaivenes de la economía local, lo que en muchas ocasiones les permite a los hogares amortiguar dificultades ante situaciones de desempleo u otras contingencias; iv) según el informe del Emisor, también se ha registrado un incremento en el número de personas que están recibiendo estas ayudas: de algo menos de un millón de personas en 2016, esta cifra ascendió a 2,1 millones de colombianos en junio de 2024; v) las remesas también se destinan a rubros como la educación y la inversión en vivienda; vi) el monto promedio de la remesa por receptor ha oscilado entre los US$470 y US$506 mensuales en los últimos años; vii) tras una contracción de 3 por ciento registrada en 2020 debido a la crisis económica global causada por la pandemia, las remesas tuvieron un repunte en 2021, con un crecimiento de 24 por ciento, posteriormente, las remesas continuan creciendo a una tasa promedio cercana a 10 por ciento anual; viii) las remesas de trabajadores hacia Colombia se caracterizan por contribuir positivamente a la evolución de los ingresos corrientes de la balanza de pagos; estas transferencias equivalen al 10 por ciento de los ingresos corrientes totales y al 15 por ciento de las exportaciones de bienes; ix) el alza de las remesas ha estado relacionado con el crecimiento de la población colombiana en el exterior, durante la última década, especialmente en los últimos tres años, el flujo migratorio de colombianos se ha incrementado; x) por el perfil de los colombianos que se están radicando en Estados Unidos, España, México o Chile –quienes son jóvenes técnicos o profesionales– es probable que su adaptación laboral se empiece a reflejar en el monto de dinero que envían al país a sus familiares; xi) la economía colombiana aún no depende del dinero que envían los radicados en el exterior, tal como sucede en Guatemala, Ecuador o El Salvador, pero camina rápidamente a parecerse si las rentas petroleras, cafeteras o manufactureras, se pliegan ante el poder del dinero migrante; xii) Los fenómenos observados pueden cambiar negativamente en el mediano plazo: la tendencia mundial es hacia un endurecimiento en la recepción de población migrante del Sur global por parte de los países del Norte desarrollado y a imponer impuestos a las remesas de salida de estos últimos hacia los primeros; en particular, el triunfo reciente del candidato Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos (período 2025-2029) tuvo como uno de los ejes de campaña reprimir la inmigración ilegal, la expulsión de migrantes y la promesa de gravar con el 10 por ciento las remesas hacia el exterior.

* Aarón Levi Garavito-Acosta María Mercedes Collazos-Gaitán Manuel Darío Hernández-Bejarano Enrique Montes-Uribe. (2019). Migración internacional y determinantes de las remesas de trabajadores en  Colombia. Banco de la República; Borradores de Economía, Nº 1066, 2019.

* Economista y filósofo. Integrante del comité editorial de los periódicos Le Monde diplomatique edición Colombia y desdeabajo.

Suscríbase

https://libreria.desdeabajo.info/index.php?route=product/product&product_id=180&search=suscri

Información adicional

Emigración y remesas, Colombia y América Latina y el Caribe (ALC)
Autor/a: Libardo Sarmiento Anzola*
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: https://libreria.desdeabajo.info/index.php?route=product/product&product_id=180&search=suscri
Exit mobile version