Mientras el presidente Maduro señala al país centroamericano como epicentro de los planes de magnicidio en su contra, San José intenta desvincularse de las acusaciones. En realidad el país centroamericano juega un papel estratégico en la configuración ideológica del continente.
El 26 de agosto fueron detenidos en Venezuela 2 sicarios colombianos con la orden de asesinar al presidente Nicolás Maduro. Entre los hallazgos en el lugar de los hechos, la policía encontró 10 uniformes militares, presuntamente para un grupo de 10 sicarios. Rápidamente el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, señaló como responsable a Álvaro Uribe Vélez (AUV).
El ex-mandatario colombiano –señalado en diversas investigaciones y publicaciones por sus profundos vínculos con el paramilitarismo (1)– se desentendió de las acusaciones. La revista Semana de la familia Santos cerraba una nota al respecto afirmando que las declaraciones del gobierno vecino “dejan más preguntas que respuestas”, estimulando una sensación de falsedad detrás de la denuncia.
Cabe recordar que no es la primera vez que el gobierno venezolano detecta un plan magnicida. En el 2004 en una finca en las afueras de Caracas fueron detectados 130 paramilitares colombianos que –según sus propios testimonios– tenían como objetivo asesinar al presidente Chávez. Después se conocería que el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) había prestado apoyo al plan magnicida (2).
Pero más allá del posible involucramiento de AUV, sorprendió al gobierno costarricense que Maduro señalara a la pequeña nación centroamericana como punto de encuentro en donde se planeara el magnicidio en su contra. El gobierno de Laura Chinchilla afirmó que no iba a prestar atención a las acusaciones de su par venezolano (3).
Esta reacción resulta una verdadera paradoja. El pequeño país centroamericano ha sido pieza clave en la geopolítica latinoamericana; desde la llegada al poder de Oscar Arias, el país se ha insertado plenamente en el ajedrez regional de forma consciente y consistente con el proyecto neoliberal impulsado desde Washington. El papel de Costa Rica en los designios hegemónicos no debe pasar inadvertido.
El ‘jardín de paz’
Podría tomarse como punto de partida de dicha inserción la década de los ochenta. Durante la revolución sandinista existió una fuerte solidaridad desde Costa Rica. Videos de la época muestran por ejemplo al anti-comunista caudillo socialdemócrata José María Figueres Ferrer marchando en un mar de banderas rojinegras, solidarias con la guerrilla del Frente Sandinista de Libración Nacional –FSLN. En la época se creía que la división interna entre tendencias del sandinismo era dominada por el ala socialdemócrata o moderada. Una vez que triunfa militarmente el FSLN, poco a poco se evidenció que esas posturas eran minoritarias, consolidándose el proyecto sandinista con la presidencia de Daniel Ortega en 1985.
A medida que se configuraba este escenario, los medios de comunicación costarricenses promovieron hasta el hartazgo una imagen dictatorial de Nicaragua, escondiendo la existencia y operación de la contra en el país (4). No solo existieron bases de la contra en la frontera norte, sino que el país también funcionó como eje importante para las operaciones de narcotráfico de la CIA (5).
En los momentos más tensos, el papel del periódico La Nación no pudo ser más claro; su director en aquel entonces, Eduardo Ulibarri, escribió una columna en el Washington Post urgiendo al gobierno norteamericano para que interviniera en la región (6). El diario josefino llegaría al extremo de promover el atraco de buques nucleares estadounidenses frente a la ‘amenaza sandinista'(7).
Con el auge reciente de gobiernos progresistas en América Latina, inaugurado en 1998 con el ascenso de Hugo Chávez a la presidencia venezolana, EE.UU. reactivó sus alianzas estratégicas. El golpe de Estado contra el presidente Chávez demostraría el papel central de los aliados estadounidenses en la región: Perú, Colombia y Costa Rica fueron los destinos latinoamericanos de los principales artífices del golpe. En la pequeña nación centroamericana se refugiaron la mayor parte de los cabecillas militares (8).
En el 2008, un año que puso al borde de la guerra a Suramérica, el gobierno costarricense firmó un acuerdo de reactivación de radares con el gobierno estadounidense. Estos radares –inactivos desde la guerra fría– serían utilizados para ‘combatir al narcotráfico’. Tal reactivación tecnologíca en suelo tico ocurría al tiempo que se reactivava la VI Flota. Al mismo tiempo EE.UU. firmaba un acuerdo con Colombia para instalar una nueva base militar en Palanquero, justamente después de la Operación Fénix con la cual el ejército neogranadino (bajo el mando de Juan Manuel Santos) invadió territorio ecuatoriano.
A pesar de que la justificación para la reactivación de los radares era el combate al narcotráfico, la capacidad de los dispositivos y la localización geográfica de los mismos apuntaban al espionaje militar de naciones como la vecina Nicaragua o la misma Venezuela (9). Las recientes revelaciones de Edward Snowden parecen confirmar que Centroamérica es un eje fundamental para el espionaje regional. Como explica Ricardo Martínez:
“En una publicación reciente en el diario británico The Guardian, el contratista Edward Snowden reveló que existen 150 sitios y 700 servidores en el mundo donde se han instalado centros de monitoreo continuo y sistemático de la National Security Agency (NSA). Todos los países centroamericanos, excepto Nicaragua, cuentan con uno” (10).
No es coincidencia que Centroamérica prosiga gobernada en su mayoría por mandatarios de derecha, y tampoco es casual que Washington busque afianzar su relación con estas naciones. A pesar de su pequeño territorio, su localización geográfica hace estratégico al istmo centroamericano, que junto a México pueden considerarse como la frontera vital de EE.UU.
El papel del PLN
El posicionamiento de Costa Rica tiene un claro punto de partida con la re-elección de Oscar Arias en el 2006. En el mes de agosto, después de las elecciones, el Premio Nobel sostuvo una reunión con once líderes paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia, que presuntamente solicitaban la mediación del mandatario. Después de dicha reunión, fue detenido en Costa Rica el senador colombiano Humberto de Jesús Builes Correa por nexos con el paramilitar Carlos Mario Jiménez, uno de los líderes que se reunieron con Arias y que después sería extraditado a EE.UU. (11).
En una visita a la Universidad Nacional de Costa Rica en el 2009, la senadora Piedad Córdoba denunció el asentamiento en este país de importantes empresarios colombianos vinculados al paramilitarismo (12). Las declaraciones de la senadora pasaron inadvertidas en la prensa comercial tica. Las mismas concuerdan con varios reportes de prensa que señalan al país centroamericano como destino de fortunas paramilitares.
Estos indicios se pueden entender en el contexto más amplio de las transformaciones en el sub-continente: mientras que en América del Sur triunfaban proyectos políticos anti-neoliberales, en Costa Rica el gobierno de Arias impulsaba a toda máquina el Cafta-Rd. Arias sostenía que era necesario implementar una “dictadura en democracia” que permitiera agilizar las reformas (neoliberales) que su antecesor Abel Pacheco no había logrado aprobar (13). En este contexto, se dio un desigual referéndum –impulsado desde la ciudadanía organizada– para decidir si el país ratificaba o no el documento final.
El Tratado implicaba el jugoso negocio de la apertura de las telecomunicaciones, el cual Arias había intentado de forma encubierta durante su primer gobierno (14). Pero los intereses del mandatario eran mucho más profundos; Arias figuraba junto con los empresarios más importantes de la región en la empresa Mesoamerica Investments –que poseía el 49% de las acciones de la empresa Amnet vinculada a las telecomunicaciones–, misma que se había aliado con la española Telefónica (15).
Entre los accionistas de Mesoamerica Investments figura el magnate Harry Stracham, amigo personal de Mitt Romney y de poderosos empresarios salvadoreños –algunos también accionistas de esta empresa– vinculados a los ultra-derechistas escuadrones de la muerte (16). Stracham también figura como uno de los financistas más importantes del Partido Liberación Nacional (PLN).
Entendiendo este contexto, no es coincidencia el papel que desempeñó Arias durante el golpe de Estado en Honduras (2009), completamente funcional a la estrategia estadounidense; el denominado “Plan Arias” implicaba la restitución de Zelaya a la presidencia a través del congreso hondureño. En vez de buscar otros mecanismos, Arias –apadrinado por Hillary Clinton– abogó por la vía institucional, en un país donde la misma institucionalidad actuó en favor del golpe. Esta estrategia terminó postergando cualquier solución democrática y consolidando la represión contra la ciudadanía opuesta al golpe. El mismo Micheletti reiteró sus felicitaciones a Arias por el “esfuerzo”.
La profundización del proyecto
Con la elección de Laura Chinchilla, candidata seleccionada por Oscar Arias, la inserción en las dinámicas geopolíticas regionales se intensificó. Durante este período, la administración del PLN suscribió un acuerdo con Colombia para entrenar a la Fuerza Pública costarricense, un acuerdo con Israel para intercambio tecnológico, a la par que permite la entrada al país de buques de guerra y helicópteros militares estadounidenses.
A pocos meses de su llegada a Casa Presidencial, Chinchilla se enfrentó a Daniel Ortega en una disputa por Isla Portillos (Isla Calero), disputa que fue elevada a “emergencia nacional” por la presidenta y al de amenaza de invasión por parte de los medios de comunicación. El conflicto se trasladó a La Haya pero el reciente anuncio de la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua, el desconocimiento de los límites del mar territorial tico, así como declaraciones del sandinista en torno a la provincia de Guanacaste –anexada a Costa Rica en 1824– conservan vivas las confrontaciones binacionales.
Estas confrontaciones, que no han escalado del plano discursivo, permiten a Chinchilla mantener un cierto nivel de cohesión ante su inmensa impopularidad. También han servido como un importante elemento para la ideologización de la sociedad costarricense a través de los medios de comunicación del país, concentrados en 4 familias (17). Muestra de ello es el resurgimiento del presuntamente extinto Movimiento Costa Rica Libre, agrupación de inclinación neofascista que en el pasado funcionó como organización paramilitar de apoyo a la contra nicaragüense.
El pasado se prolonga hasta el presente. Al igual que en la década de los ochenta, Costa Rica se mantiene como territorio predilecto para las derechas de Latinoamérica. La reacción del gobierno frente a los señalamientos de Maduro responden al mito cultural fuertemente instaurado en el imaginario costarricense de una nación pacifista y democrática, ajena a cualquier tipo de conflicto, militar o ideológico; mito que hoy está sostenido y reificado por los medios comerciales de comunicación, profundamente vinculados al gobierno (18).
En este contexto, la visita de Oscar Arias a Ecuador en momentos de la aprobación de la Ley de Comunicación, y su crítica a la misma –ampliamente recogida por los medios comerciales ecuatorianos–, no puede ser considerada mera coincidencia. Tampoco es casual que en febrero del año pasado se invitara a Álvaro Uribe a impartir una conferencia en Costa Rica, en el marco del evento TEDx, en el cual también participó la embajadora estadounidense en este país.
Hoy, por ejemplo, Ulibarri –aquel furioso promotor de una intervención estadounidense en Costa Rica– es el embajador del país ante la ONU. Al mismo tiempo Huber Matos, reconocido disidente cubano que colaboró con Posada Carriles en la voladura del vuelo 455 de Cubana, vive con su hijo Matos Jr.–buscado por la justicia estadounidense por una estafa millonaria– entre Miami y San José. Las autoridades venezolanas y el mismo Maduro ha apuntado a Otto Reich y Posada Carriles como co-autores intelectuales de su intento de magnicidio.
En medio de esta geopolítica del dominio y del complot, es alta la posibilidad de que Costa Rica sea el epicentro del plan magnicida contra Maduro La falsa imagen de ‘neutralidad perpetua’ que sostiene el país no resiste un análisis serio. Más allá de cualquier simbolismo, en momentos en que Chinchilla afirma desconocer las acusaciones de Venezuela, los países miembros de la Alianza del Pacífico han aprobado el ingreso de Costa Rica como el quinto país a este proyecto económico, que busca revitalizar el paradigma neoliberal en la región.
1 Gustavo J. Fuchs, Las garras del Fénix, Ciespal, Quito, 2013.
2 Véase Gustavo J. Fuchs, “Colombia: medio siglo de conflicto, nuevas dimensiones” en Temas de Nuestra América Nº48, 2010.
3 Véase “Presidente de Venezuela acusa a Costa Rica de ser el ‘epicentro’ de reunión para matarlo”, La Nación, 26-8-13.
4 Véase Willy Soto Acosta, Ideología y medios de comunicación social en Costa Rica, Editorial Alma Mater, San José, Costa Rica, 1987. También Gabriel Coronado, Miguel Sobrado y Leda Trejos, ¿Quién quiere la guerra en Costa Rica?, Cries-Ices, Heredia, Costa Rica, 1988.
5 Ayda Levy, “El rey de la cocaína”, Debate, Bogotá, Colombia, 2012.
6 El artículo referido es citado en la publicación “El incremento militar sandinista”, publicado por la Secretaría de Estado y la Secretaría de Defensa del gobierno estadounidense.
7 Soto Acosta, op. cit.
8 Un número importante encontró refugio en Miami, y otros utilizaron a esos países latinoamericanos para después ir a EE.UU. Véase “Sabe usted dónde están los golpistas?” en Qué pasa, 14-4-13: http://www.quepasa.com.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=21442:isabe-usted-donde-estan-los-golpistas-&catid=159:seccion5&Itemid=106
9 Según Hernando Calvo Ospina, los radares estadounidenses en Aruba fueron decisivos para coordinar el golpe de Estado en Venezuela del 2002. Véase Gustavo J. Fuchs, “Los radares y las mentiras”, Semanario universidad, Nº 1825.
10 Véase Ricardo Martínez, “Snowden revela la disputa estadunidense por Centroamérica” en Desinformémonos: http://desinformemonos.org/2013/08/snowden-revela-la-la-disputa-estadunidense-por-centroamerica/ .
11 Véase Vinicio Chacón, “EE.UU. pide la extradición de paramilitar que se reunió con Arias” en Alai: http://alainet.org/active/23765&lang=es
12 Véase “Costa Rica: Preocupa presencia de empresarios colombianos vinculados a paramilitares”, Prensa rural: http://www.prensarural.org/spip/spip.php?breve1860
13 Véase “Arias defiende “tiranía” en elección de diputados”, La prensa libre: http://www.prensalibre.co.cr/2005/setiembre/03/nacionales04.php
14 A ello se le conoció como el escandalo Millicom: mediante un decreto, Arias habría abierto el mercado de telecomunicaciones violando los procedimientos legales, por compromisos con la empresa Millicom.
15 Véase “Presidente Arias comprometido con grupos centroamericanos”,Semanario universidad, Nº 1657, 2007.
16 El caso de las familias Regalado-Dueñas, Poma, Sola y Salavierra. Véase Gustavo J. Fuchs, “Mitt Romney y el PLN”, Revista Amauta: http://revista-amauta.org/2012/12/mitt-romney-y-el-pln/
17 La familia Jiménez Borbón domina el Grupo Nación que publica 3 de los diarios de mayor circulación. La familia Borrasé controla el Grupo Extra que publica los otros 2 diarios de mayor circulación. La familia Picado Cozza es propietaria del único canal costarricense de TV abierta, Teletica, mientras que la cadena Repretel que opera los demás canales privados de televisión abierta, pertenece al magnate mediático mexicano Remigio Ángel González.
18 Aparte del ejemplo de Mesoamerica Investments, el hermano de la presidenta es miembro accionista de una empresa junto al accionista mayoritario del diario La Nación. Al no tener avión presidencial, la presidencia de Costa Rica utiliza el avión privado de Teletica Canal 7, el principal canal de televisión abierta. Véase “Laura Chinchilla actuó vanidosamente”, El Espectador, 6-8-13 y “Creación de condominios muestra relación entre empresario vinculado al Grupo Nación y hermano de la Presidenta”, Semanario universidad, Nº 1951, 2012.
*Licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica y comunicador, actualmente colabora con la Agencia Latinoamericana de Información (Alai).