Un manifiesto para la memoria
desde el observatorio en el que navega
el timonel de pateras al Sur
Todos lo quisimos olvidar, todos menos él. Iñaki Chaves aborda las inexpugnables memorias personales de esas vivencias en los tiempos de la cuarentena por la covid-19 que se guardaron en los rincones más inhóspitos de nuestro cerebro, posiblemente en alguno de esos casilleros inalcanzables del encéfalo.
El trienio pandémico y la (in) comunicación, reciente y personal libro de Iñaki Chaves, es una exhaustiva cartografía, ante todo, para esas personas que instintivamente suplantaron las memorias vivenciales de aquellos momentos por los ruidos esperpénticos en la postpandemia, muchos de los cuales llegaron de la mano de las fake news y del “yo no fui“ de algunos líderes políticos.
Muchos escritores o ensayistas confeccionan extensos relatos imbricados en la memoria desde distintas posiciones o incluso desde diferentes estados emocionales, algunos lo hacen por medio de “la búsqueda del tiempo perdido”, otros simplemente “confiesan que han vivido” y otros, incluso, afirman que “vivieron para contarla”. Sin embargo, Chaves prefiere relatarnos sus crónicas desde el sofá. Tal vez remitiéndonos a esos contadores de cuentos durante el Califato de Córdoba, con un Averroes apoltronado entre grandes cojines y elucubrando profundos pensamientos filosóficos. Esta imagen, por mi parte, no es gratuita, pues los textos de Iñaki nos remiten a sus raíces andalusíes.
Esa casi irreverente posición desde el sofá sea probablemente uno de los gestos más llamativos, a nivel personal, del autor. No escoge una gran atalaya, más bien asume una posición cervantina, o mejor aún, quijotesca, con la clara intención de ser consecuente con lo que afirmaba sobre su admirado Don Quijote: “Anteponer los ideales y obrar con desinterés y compromiso en defensa de causas que consideras justas, aunque no lo consigas”.
El sinnúmero de inequidades e injusticias que nos expone el autor a través de toda la publicación es impresionante. Cuando finalizas la lectura, es imposible no tomar partido por alguna de ellas hasta convertirla en una causa que no puedes abandonar, ni siquiera cuando tengas la certeza que te impregnará hasta sentir que te manchas.
Trabaja la observación como actitud desde la cual emitir juicios de valor o hacer simples exposiciones sobre temas de total actualidad, esbozar breves biografías o traer a nuestras memorias, embotadas de información, relatos de la historia cuya totalidad actúa como sextante para náufragos de pateras y esquifes que intuyen que tras los nubarrones y las tormentas visualizaremos las suaves playas de Ítaca.
Cuando haces una primera lectura de El trienio pandémico y la (in) comunicación intuyes, sin temor a equivocarte, que Iñaki hace el ejercicio de observación desde una perspectiva influenciada por la filosofía de María Zambrano. La extraordinaria pensadora republicana merece uno de los textos más hermosos por parte del autor: “Ella pedía detenerse y mirar para reflexionar, afirmando que ‘el hombre es sujeto cuando se mira a sí mismo’”.
Los escritos sobre personajes, tanto históricos como protagónicos de la actualidad, son magníficas acuarelas con una precisión de relojero suizo, la esencia del personaje emerge con toda su palpitante contundencia a lo largo del texto. Quizás uno de los más representativos sea el emotivo homenaje póstumo que hace a su maestro y amigo, el gran pensador Jesús Martín Barbero: “Filósofo, comunicador, cartógrafo, mediador […] en todas esas facetas de su vida intelectual ‘el Jesús’ ha sido, sobre todo, mestizo y escuchador”.
También destacan sus reflexiones sobre la mujer que hace no desde un punto de vista paternal, sexista o cooperativo, sino desde la profunda admiración que le inspiran. No se expresa desde un plano de igualdad de género, más bien desde la veneración y la altura que le merecen. Muestra de ello es el texto “Un primero de mayo reivindicativo, femenino y feminista” que arranca con esta dedicatoria: “Por las madres, por las que crean, por las hermanas, por las que investigan, por las hijas, por las que emigran, por las parejas, por las que cuidan, por las estudiantes, por las que aman, por las amigas”.
Todo lo observable pasa por los laberintos emocionales de Iñaki Chaves en El trienio pandémico y la (in) comunicación, casi nada se le escapa a este espectador de la realidad, desde el cine a la literatura, pasando por la política o el medio ambiente. Sus pensamientos, es decir, todo aquello que transcurre a través de su cerebro, reflexionan críticamente, desde el sofá o a bordo de sus pateras, durante los tiempos del silencio, en los tiempos de la incertidumbre, en los tiempos del cólera… en los desmemoriados tiempos de la pandemia.
Jesús Muñoz González
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