Molano testimonial. Poética de las memorias de guerra en Colombia es un completo trabajo de investigación de Farouk Caballero Hernández sobre la poética de Alfredo Molano en su mirada al interminable conflicto armado colombiano.
Además del profundo trabajo investigativo, el texto de Caballero pone en valor la importancia de la labor narrativa del sociólogo colombiano y debería servir para enseñar, tanto a la sociedad como a sus poderes, sobre todo el político y el mediático, de las realidades de las y los de abajo. Esa población rural y campesina alejada de las urbes que permanecen en la inopia, que le ha puesto la vida y muchas muertes a la guerra y que apenas cuentan, o al menos no lo que deberían, para el resto.
El autor de Molano testimonial hace un recorrido detallado por gran parte de la obra del periodista para poner de relieve la poética narrativa de la guerra en Colombia que existe en los testimonios recogidos por Molano en sus viajes a lo largo y ancho del país. Un país que sufre el vergonzante papel de unos gobernantes que ignoran la realidad y que siguen sin apostarle a la paz, lo que conlleva irrespetar la memoria de los miles de colombianos y colombianas caídos en esta interminable guerra a la que, además, se siguen refiriendo con el ya cansino eufemismo de conflicto armado.
Toda esa realidad ignorada, y negada en muchos casos, es analizada por Caballero a partir de las voces de las y los testimoniantes transcritas por la narrativa sociológica de Alfredo Molano, un testigo oyente de todas las atrocidades que nos podamos imaginar y que no parecen afectar a una sociedad desmemoriada que no quiere aprender de su propia historia.
La crudeza de los testimonios recogidos por Molano a lomos de mula recorriendo el territorio colombiano forma parte del
libro de Farouk Caballero como constancia de la poética de la memoria que se halla en la narrativa del sociólogo y cronista ya, por desgracia, desaparecido. La academia le hizo un gran favor a la literatura y al periodismo al negarle un título que le empujo a dedicarse a narrar, a contar después de escuchar lo que las gentes del campo colombiano callan por temor pero que les ha marcado a sangre y fuego. El fuego de una guerra incruenta entre paisanos que no entienden de humanidad y que ponen los colores de unos partidos, o de unos grupos armados, por delante del respeto por la vida y la dignidad humana.
En su estudio, Caballero aborda los personajes que forman parte de la obra de Molano y que le sirven como hilo argumental para ir diseccionando esa poética que, a pesar de toda la gravedad del asunto, está en las historias, tristes y dramáticas, de sus protagonistas. Una partitura polifónica de la memoria colectiva de un país asolado por la tragedia que parece haber perdido la cordura –no se puede calificar de otra manera lo que cuentan los testimonios recogidos por
Molano–. Unas historias que son no solamente las de quienes aparecen en los libros, sino las de todo un país, con mucha carga ideológica, a veces sin sentido, y muy poca presencia de humanismo.
Asesinatos sin justificación –¿alguna vez la tienen?– que los unos defienden para atacar a los otros y que estos usan para salvarse de aquellos. Dando igual de qué bando formen parte o qué estén intentando defender. La época, no tan lejana, del bipartidismo genocida en la que “Mientras en las ciudades se trataba de consolidar la democracia como sistema político de avanzada, en la ruralidad el voto era una sentencia de muerte” (Caballero, p. 156).
Una reseña, además de valorar y enjuiciar el trabajo, que en este caso tiene una muy elevada nota, debe servir para intentar que la gente lo lea y que reflexione sobre lo que el texto nos cuenta. Porque es parte de la historia de un país que no puede alcanzar la paz si no acaba con los fantasmas de la guerra “un animal que está vivo” (Molano, 2013, p. 90). Una lectura más que necesaria que debería ser comentada en las instituciones educativas y también en las sedes políticas para ver si de una vez por todas congresistas y senadores entienden cuál es la realidad del país al que se supone deberían servir. Y que mejor que entender la poética de Molano, al que se acusó de seguidor de la guerrilla por contar lo que contaba y que, en sus narraciones, no tomaba partido, sino que mostraba lo que escuchaba, para dar un primer y definitivo paso hacia la paz.
“Dentro de la poética de la memoria se construye la reflexión crítica que, repito, no necesita de voces ‘autorizadas’, pues no hay mayor autorización que la vivencia de la guerra que sufrieron los personajes campesinos de Alfredo Molano” (p. 159). Los personajes de las obras de Molano “son configurados desde una dimensión estética que da cuenta de su dolor y su miedo, que deja memoria de la deshumanización, de la necesidad del silencio y la huida para sobrevivir” (p. 163).
La memoria colectiva de la literatura testimonial no necesita de autores cultos ni de académicos, es obra de las gentes del común, de quienes desde abajo construyen la otra historia que se enfrenta a la historia oficial. Y ahí están las crónicas de Molano que Caballero desmenuza y analiza para servirnos una muestra profunda y clara de la verdad de quienes vivieron, y por desgracia viven hoy, la guerra. Una polifonía de voces que toda persona, colombiana o de cualquier otro lugar, debería escuchar para ver la otra cara de la Historia.
Tal como afirma en las conclusiones “el conocimiento interdisciplinar de Alfredo Molano se vierte en la forma artística, en la poética de la memoria. Con esto, se beneficia la tradición literaria y las disciplinas que siempre están en constante diálogo con el entramado textual” (p. 283), haciendo que “cada relato individual es un vehículo de la memoria (¿colectiva?) de los relatos silenciados por la violencia” (p. 284).
El autor hace una lectura de la “dimensión estética” de la obra de Molano que, en línea con la tradición literaria de Casa de las Américas, “configura una fuerte crítica política, social e histórica de la realidad inmediata, rasgo que el testimonio adquiere del realismo crítico”. Poniendo de relieve que “De los márgenes emana un discurso y un lenguaje nuevo que llega para quedarse y que Alfredo Molano desarrolla para entrar, con su poética, en la biblioteca de los imprescindibles”. En palabras de Caballero, Molano “oraliza la escritura, hace oralitura testimonial”.