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Socialismo raizal y ordenamiento territorial. Estudio introductorio de: Damián Pachón Soto

 

 

Informacion adicional

 

Autor: Orlando Fals Borda
Colección: Vértices colombianos
Formato:   17 x 24 cm
Bogotá – Noviembre de 2013 – 209 páginas
 

Descripción:

 

El sociólogo colombiano Orlando Fals Borda; fue reconocido por su incesante labor intelectual en el campo de la sociología y por sus aportes al campo de la filosofía. Por su labor crítica fue considerado como educador de educadores, formando una generación de investigadores e intelectuales comprometidos con la transformación social fundamentada en una ciencia propia que busca romper con la colonización intelectual. Pionero de la investigación acción-participativa (IAP), método donde el investigador ya no se limita solamente a observar la realidad sino que es llamado a transformarla de manera activa. Pese a su fallecimiento en 1998 Orlando Fals Borda aún es proclamado como Maestro honoris causa de muchas universidades y como uno de los pensadores latinoamericanos contemporáneos más influyentes en la academia.

En el libro aquí reseñado, que reúne los textos Kasiyadu. Registro del reciente despertar territorial en Colombia, publicado en el 2001, y Hacia el socialismo raizal, publicado en el 2007, ambos editados por ediciones Desde Abajo, el lector tiene a su disposición una serie de escritos donde el autor reflexiona sobre la necesidad de superar el capitalismo actual, a través del socialismo raizal. El mismo es presentado por el autor como un llamado a apropiarse de aquellos valores sociales que han tenido sentido para los pueblos originarios, a saber, los indígenas primarios, los negros libres, los campesinos artesanos pobres y los pioneros colonos internos, de ahí que, para el sociólogo colombiano sea necesario aprender y tomar de estos pueblos lo necesario para mejorar la gobernabilidad y las formas de organización social. De igual manera, el lector identificará algunas problemáticas del actual ordenamiento del territorio colombiano y las propuestas orientadas a distribuir las regiones de acuerdo a sus realidades y necesidades geográficas, sociales y culturales.

Para comenzar, es necesario afirmar que el interés de Fals Borda está centrado en examinar la estructura de los valores sociales que han pervivido en los pueblos originarios desde tiempos prehispánicos, especialmente aquellos que han contribuido a la identidad colombiana, por lo tanto, son estos valores los elementos que dan forma y dotan de un sentido importante a un socialismo que es “autóctono y propio”, nombrado por Fals Borda como un socialismo raizal.

En consecuencia, el autor considera que valores como la solidaridad, libertad, autonomía y dignidad pueden aportar a la reconstrucción de comunidades que han sido maltratadas, victimizadas, silenciadas y alienadas. Por ejemplo, para el sociólogo colombiano los indígenas primarios fueron poblaciones que crearon una mentalidad socialista sustentada en el compartir, de ahí que ellos no pretendieran la acumulación de la riqueza, sino por el contrario distribuirla, no aspiraban al hurto sino al siempre devolver; esto también se refleja en la extracción realizada por estos pueblos de los recursos naturales, tomando de ellos solamente lo necesario.

Llegado a este punto, para fundamentar el socialismo raizal, Fals Borda llama a la defensa del “ethos” de los pueblos originarios. Sobre el particular el filósofo Damián Pachón, en su estudio introductorio, afirma que “los valores son aquellas creencias y concepciones generales de las gentes, aquellos que les permiten crear juicios existenciales, afectivos y cognitivos de las personas y que les permiten establecer normas y reglas de conducta en sus respectivas sociedades”. En consecuencia, la solidaridad se convierte en un valor de gran importancia para estos pueblos, en tanto con ella se valora, con aprecio y sentimiento, actos como el compartir con los demás, el distribuir las riquezas y el proteger su entorno ecológico como medio de vida para las generaciones venideras. Es decir, el socialismo raizal está fundamentado en estos y otros valores sociales que le son propios a las culturas precolombinas y que pese a que la Colonia europea trajo el mestizaje de razas, y con ello el intercambio cultural, aún prevalecen en los pueblos originarios que han contribuido a la identidad de la cultura colombiana. Es entonces, un llamado al “kaziyadu” que en el lenguaje huitoto significa el “el despertar y el renacer” de nuestra nación.
Sustentado en esta idea del Socialismo raizal, Fals Borda busca enseñar a las elites políticas y dominantes, que el ethos nacional y popular con el que se ha conformado la Colombia real sigue viviendo, trabajando, produciendo y respirando libertades y, más allá, enseñando modos de vivir, trazando nuevos horizontes de reflexión para instaurar una sociedad renovada. Es decir, para Orlando Fals los pueblos originarios lograron un conocimiento empírico-práctico ligado a su sentido común, convertido en posesión cultural y ancestral, que les permitió crear, trabajar e interpretar una forma de existir sin la mentalidad opresora, alienante y cosificadora con la que funciona el capitalismo.

Una de las críticas a la postura de Fals Borda, está centrada en la idea del nuevo ordenamiento territorial propuesto por el autor. En el estudio introductorio a la obra comentada, el docente Damián Pachón afirma que para Fals Borda la actual división político-administrativa del país desconoce muchas de las realidades geográficas, sociales y culturales de sus poblaciones. Frente a esta postura, vemos en Fals Borda un llamado a la identificación de los conflictos generados por este ordenamiento, por delimitaciones mal realizadas en cuanto que “hay límites que los establecen los dirigentes de manera caprichosa, por ejemplo, toman el mapa de Colombia y trazan rayas y puntos como se les ocurre, deciden que hasta aquí va esta unidad territorial y ahí empieza otra, poniéndose de acuerdo con otro dirigente”. Para Orlando Fals esto es un abuso y un desconocimiento arbitrario de aquellas realidades en las que están inmersas las respectivas poblaciones. Por tal razón, es necesario reorganizar el territorio. Sin embargo, es importante anotar que este problema pervive, incluso, desconocido por muchos de los políticos, y aún se silencia tal discusión en el Congreso de la República, como menciona Damián Pachón al afirmar que Fals Borda denuncia el incumplimiento de esta tarea y, con ella, el incumplimiento de lo propuesto en la Constitución Política de 1991.

A causa de esta falta de acatamiento a la Constitución, Fals afirma que son las elites políticas las que con sus soluciones poco eficientes siguen traicionado y dando la espalda al ideal de un país nacional, incluso propuestas de descentralización y fortalecimiento de los departamentos conservan su ineficiencia; por esta razón Fals Borda considera que es necesario construir nuevas regiones que respondan a las realidades y necesidades de sus pobladores, las cuales deben ir transformándose -a medida del tiempo- en regiones territoriales, provincias y entidades indígenas. En consecuencia, una de las constantes y de los principales errores al momento de dividir el espacio geográfico colombiano ha sido dejar de consultar con la gente y la población de cada territorio, entorpeciendo así la posibilidad de que Colombia se convierta en una república regional con mejores condiciones de vida para sus habitantes. 

Jonnathan Abdul Rincón Díaz

 

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